Llevando el alma a la comunión con Dios

 

Todo lo que somos y todo lo que tenemos lo debemos a Dios, por eso no podemos dejar nuestra alma por su cuenta, alejada de Dios, debemos conectarla a Él para movernos de acuerdo a sus planes y propósitos.

Es que en el alma se encuentran los sentimientos y emociones, en ella está nuestra voluntad, la cual nunca quiere someterse a la voluntad de Dios.

Por eso es que muchas veces nosotros nos movemos más por sentimientos y emociones que por los principios divinos, porque nuestra voluntad lucha en contra de la voluntad de Dios, y nos lleva a vivir alejados de Él, en total independencia.

Aquí está la razón de porque debemos hablar a nuestra alma para que nuestra voluntad sea sometida a la voluntad de Dios. David hablaba a su alma, porque él no quería vivir en independencia de Dios, por eso le hablaba para que sea alineada al corazón de Dios. Porque el alma siempre nos quiere llevar por caminos alejados del Padre, cuando  nuestra voluntad no está sometida a la voluntad de Dios.

El alma en independencia no quiere adorar al Padre, para mantenerte en una profunda ceguera espiritual, donde no puedes ver el bien de Dios en tu vida. Por más que Dios obre, no lo puedes ver, y por tanto, entiende que no hay nada que agradecer 

Por eso David le hablaba a su alma diciendo:

Bendice, alma mía, a Jehová,Y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová,Y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades,El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida,El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila. Jehová es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia.

Salmos 103:1-6

David habla a su alma para que todo su ser sea alineado al Espíritu de Dios incluyendo su alma. Él está diciendo esto: alma mía adora a Dios, no olvides que  Dios es quien te perdona. Él es quien te sana, Dios es quien te salva, quien te levanta y quien te ensalza.

Dios es quien te da la victoria, quien te restaura, Él es quien te favorece y te llena de bendiciones. Dios es tu proveedor y te da en abundancia. Él es quien te hace justicia, te levanta y te fortalece cuando estás en persecución.

Por eso todo nuestro ser debe adorar a Dios en todo tiempo y en todo momento.