El perdón y la importancia de perdonar

 



El perdón


El perdón es soltar, dejar ir, es como sacar de ti todo aquellos que te han hecho y que te ocasiona dolor. Es como sacar de la prisión a alguien que tienes dentro de ti, pero que el mayor daño de esa acción lo recibes tú mismo.


El perdón es un mandato de Dios y es una forma de nosotros sanar y ser libre de algo que sin duda hemos cargado por años, y que no nos toca cargar. Las heridas y las ofensas causadas por alguien que según nosotros nos hizo mal , nos esclavizan a vivir una vida que no es la que Dios quiere, pero si por medio del perdón dejamos ir todo aquello, que con razón o sin razón nos hicieron, vamos a vivir una vida en libertad como Dios quiere.


Por medio del perdón recibimos liberación y sanidad interior, por eso si alguien nos hace daño tenemos que entregárselo a Dios, no nos toca a nosotros cargar esa carga, porque cuando lo hacemos nos convertimos en jueces de aquellas personas y a Dios no le agrada. Dios quiere que perdonemos a nuestros hermanos como Él nos perdonó a nosotros, y que los perdonemos las veces que sea necesario.  


Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.

Mateo 18:21-22


No se que le estaría pasando a Pedro que le pregunto a Jesús estas cosas, no sabemos si alguien era reincidente cometiendo fallos y errores con el, pero lo que sí sabemos es, según la respuesta de Jesús, que siempre tenemos que perdonar. ¿Alguien te ha fallado setenta veces siete(70x7) si aún no has llegado hasta ahí, todavía tienes que perdonar. 


Para Pedro con siete veces que el perdonara a su hermano que fallara contra él ya era suficiente, pero para Jesús no es suficiente, por eso le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. Dios ordena que perdonemos a nuestros hermanos cuanta veces sea necesario, no las veces que nosotros consideremos, sino cuantas veces nos ofenden.


No es fácil perdonar, pero es lo mejor, y es un mandato de Dios el cual debemos cumplir para ser sanados y vivir en libertad, porque el que no perdona no es libre, sino vive en esclavitud y en opresión.


Para ser perdonados tenemos que perdonar



No tenemos cómo pagar la deuda que teníamos con Dios por nuestros fallos y errores, y El movido en misericordia nos perdonó. No había forma de que pudiéramos pagar y ser reconciliados con Él, pero por su bondad y su amor Dios nos perdonó y nos sigue perdonando cada vez que le fallamos si nos dirigimos a Él arrepentido. 


Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.

Mateo 18:23-27

Dios cuando nos dirigimos a Él suplicando perdón y misericordia, Él es compasivo con nosotros, pero Dios quiere que así también nos comportemos nosotros con los que nos rodean. Dios  quiere que les mostremos la compasión con la nos trató a nosotros, perdonándolos como Él nos perdonó.


Como Dios lo hizo con nosotros así también tenemos que hacer nosotros con los que nos fallan, tenemos que pensar, si mi Padre Celestial tuvo compasión de mí yo también debo tener compasión de mis hermanos. Pero si no pensamos esto, y en su lugar no le perdonamos como Dios nos perdonó, siendo despiadado con ellos y tratando con crueldad, así también hará el Padre Celestial con nosotros.


Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.

Mateo 18:28-31


¿Cuántas veces nos hemos comportado así con nuestros hermanos como este siervo? Son muchas las veces que hemos sido crueles y malvados con los demás sin pensar que al  igual que a nosotros Dios los ama y los espera con los brazos abiertos y que el trato que demos es el mismo que vamos a recibir del Padre.


Es muy importante perdonar a los que nos fallan, no una vez, sino cuanta veces sea necesario, porque hacer con ellos como Dios hizo con nosotros es lo único que nos garantiza el perdón del Padre. Cuando hacemos con los demás lo contrario a lo que el Padre hizo con nosotros, en otra palabra si no perdonamos a nuestros hermanos, Dios no nos va a perdonar a nosotros.


Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

Mateo 18:32-35


El Padre quiere que seamos compasivos y misericordiosos con los demás como Él lo es con nosotros, y que perdonemos de corazón a nuestros hermanos sus ofensas. No son algunas ofensas, ni es perdonar de boca, es perdonar de corazón todas las ofensas de los que no ofenden.


Para ser perdonados tenemos que perdonar, no nos podemos confundir con esto, tenemos que cumplir con lo que Dios manda para no ser entregado a los verdugos y ser torturados por ellos.  ¿Qué son los verdugos? Los verdugos son demonios que toman autoridad en las vidas de las personas con falta de perdón, por eso tenemos que perdonar a los hermanos que nos faltan aunque nos duela.


La falta de perdón trae muchas consecuencias a nuestras vidas, y lo peor es que muchas veces estamos pasando por ellas y no nos damos cuenta por que las estamos pasando. Una persona que no perdona a sus semejantes puede estar siendo torturada por demonios, pero la mayoría de las veces no entiende lo que le está pasando. 


Una persona con falta de perdón vive bajo opresión, enfermo, en angustia, tristeza y dolor, todo esto por una carga la cual no debe llevar. La falta de perdón es rebeldía, porque Dios manda a perdonar, y cuando no obedecemos a Dios estamos siendo rebeldes y esto trae grandes consecuencias a nuestras vidas. 


En cambio, si en su lugar obedecemos al Padre y perdonamos a los que nos ofenden las veces que sea necesario y entregamos a Dios toda carga y todo dolor, le quitamos toda autoridad a todo demonio de falta de perdón y así alcanzaremos sanidad para vivir una vida en libertad en la de presencia Dios.




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